Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. (Rayuela)

martes, 13 de octubre de 2009

A falta de pan, buenas son galletas.



Dos historias paralelas en un mismo lugar, un instituto.
Quizás la historia se repita, no deja de ser amor, o capricho, o sexo a larga distancia, o cerca distancia, según se mire. Ella se llamaba Mónica y adoraba enamorarse, o encapricharse de la gente de su entorno, sobre todo de los ''mayores''. Digamos que no le interesaba nadie que bajara de los 20 años y subiera de los 35. Es un margen grande y peligroso, pero también es verdad que hay que tener más miedo de los adolescentes que de los adultos. O eso le gustaba pensar.
Y su mente era sexo, y sexo continuamente. ¿Su mayor aspiración? Actriz porno. ¿Su mayor reto? Tirarse al profe de Historia. Y la verdad es que no era demasiado difícil, Mónica contaba con un buen par de tetas y una percepción extrasensorial con los hombres increíble. Así que se dedicó a observar a este profesor, llamado Enrique, todos los días lectivos sin excepción. Los lunes entra a las 8:30, los martes a las 9:20 y así, hasta que se dio cuenta de que este hombre daba clase un piso más abajo cuando ella tenía clase enfrente, y urdió un plan. La cosa era pedir ir al baño en su clase y salir con la mochila (en las mujeres es frecuente salir con la mochila al baño, por verguenza no sacamos los tampones de esta y nos tenemos que llevar todo, así que no es raro), darse una vuelta por los alrededores por si acaso había alguien, y llamar a la puerta de la clase en la que se encontraba Enrique haciéndose la perdida. En eso, le diría a Enrique que la acompañara a jefatura que no sabía donde estaba y se lanzaría.
Así que eso hizo, cogió la mochila, se pego una vuelta, fue a clase de Enrique y todo marchó bien hasta que Enrique en vez de ir el a jefatura, mandó a otro alumno para no parar la clase. Así que Mónica se lanzó y en vez de terminar en el baño con Enrique terminó con un tal Gustavo que hacía pesas y era algo corto. Y también la tenía corta.
A falta de pan, buenas son galletas.